Ah hola, que soy el Míguel. Voy a contaros lo que aconteció el día que tocamos donde el sheriff campaba (campa) a sus anchas. Qué gentuza. Así va Ep-paña…
Bueno, pues lo de marras: quedamos a las 5, hora del té o de una birrita, que nunca viene mal, en el local de los Huchas. Llenamos la furgoneba del Papusso con nuestras heces y tirarmos pa’l garito, que quedaba muy cerquita esta vez. Aparcamos ahí desafiando a la Tunicía Local, ya que esto estaba fuera de los designios de Gallardón el Faraón, y por supuesto, nos tomamos unas birritas esperando a que abrieran el local… bueno, el Dr. Octopus se tomó una Cruzcampo :/
La sala no estaba muy bien acondicionada para albergar conciertos, ya que no había ni un triste y frío almacén para guardar nuestros instrumentos y lo tuvimos que dejar todo fuera, pegando a una de las barras… ¿¿el camerino?? El wáter, claro. Pero bueno, era un garito majo, con un escenario majo y unas camareras que llegaron después a las que el adjetivo se les quedaba corto, sobre todo a la morenaza. Jodo petaka.
Después de la pertinente prueba de sonido (que hicimos con Genaro Papusso l, El Acelerao, ya que a Kasko todavía no le habían dejado salir de la jaula los negreros de su curro), dejamos que probaran también los chavalillos de DEBLER, que tuvieron la deferencia de compartir con nosotros la máquina de humo y la estróbobo (gracias, troncos) y salimos a tomarnos otra mientras esperábamos la apertura de puertas. Buena tapa la que nos pusieron esta vez: ¡¡unas costibas!! estaban más tiesas que Michael, pero nos supieron de puta madre. Mordisquitos ya se estaba papeando un bocata, el cabraaaaan, pero es que yo no puedo cantar con el estómago lleno, ya sabéis.
Salieron los DEBLER sobre las 11 desplegando su Heavy Metal clásico delante de un público cuyas edades sumadas no superaban la del Dani y la mía jajajaja. Ahora bien, jodo con las teenagers… vaya taconcitos, niña… Ah, también había alguna madre dando palmas, situación que todos hemos sufrido en nuestras carnes.
Sin un sitio (excepto el w.c.) para calentar la voz, ni para digitar un poco, la G salió a escena ahí, a pelo. Fue un set corto pero intenso, para variar, que costó de seis tonadillejas y la versión de “Fuel” que terminó de calentar el ambiente, con la gente haciendo un poco el animal y yo entre ellos, claro. Mientras repasábamos el set antes de salir a escena, se nos ocurrió la idea de hacer un guiño del “@ Echo Off”, la canción que abre el disco (cojonudo) de los HUCHOULED, así que mi imitación de Jose Mordisquitos dio paso a los acordes con los que empieza el tema, que tocamos cada uno a su bola, porque sólo nos la sabíamos de oído: chacachacachacachaca-taaraaa-raa-raan… pero eso bastó para que algunos se dieran cuenta del cachondeíto que nos traíamos y disfrutaran de la coña. “Qué cabrones…jajaja”
De público, no estuvo mal la cosa… además pudimos observar caras de satisfacción entre el respetable y a la postre se nos acercaron algunos a felicitarnos y hacerse unas retrataúras con nosotros, cosa que agradecimos, claro.
Dos el G(eriatrico) con la juventud
Y con una birra y/o/u/e cubata en la mano, presenciamos una vez más el concierto de la H, del que ya me voy sabiendo las canciones… como son tan liosas… pero es guay que ya sepa cuándo puedo mover la cabeza, cuándo son los pi…piii…pi-pi y cuándo el ritmo es un 6’3/4 o un 3/8 (pa tu khala un rabo tocho), jajaja. Los incondicionales de las tropas unsouledianas (reconocibles por su uniforme de pantacas de camuflaje blanco y negro y camiseta del grupo) montaron algunos pollos donde desfasamos un poco, tirando algunas birras por los aires y tal… pero esto es lo que tiene el thrash, coño…
Decir que -lamentablemente- esta vez Kasko no se picó la croqueta, ya que no hubo mucho tiempo de estar tomando copas por allí. Como el garito tenía que quedar libre para el pachanguismo, tuvimos que recoger con presteza el material.
Estábamos muertos de hambre, así que, una vez metido todo en la furgo, pedimos unas cuantas costillacas barbacoa en el garito de al lado, pero como eran las dos de la mañana nos las pusieron para llevar. Tuvimos que hacer un esfuerzo titánico para no devorarlas camino de vuelta a los locales, por deferencia hacia los conductores. Llegamos, recogimos todo y la velada terminó con una bonita cena de hermandad con ambos grupos (bueno, faltaba el Litri, que había ido a llevar a su sobrinita a casa porque terminó pillándose la papa) metidos en la parte de atrás de la furgo papeando costibas de prontosaurio (y una prontohamburguesa) como vikingos.
Eran las tres y pico ya y no había ganas de liarla por ahí… así que, con el buche reventón y en el pecho un chorretón, cogimos los bugas y a casita, que el mundo del metal es muy duro.
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