El conductor de la G quien suscribe estas palabras. Sí, porque pensándolo bien, estoy mas horas con la furgo que tocando. El concierto que nos ocupa en esta crónica, salimos a una relación de 25:1. Madre mía, qué duro fue para Metallica el salir adelante (modo sarcasmo off).
Bueno, ¡¡al turrón!!
Por la mañana temprano estábamos en el local recogiendo el equipo y cargando la furgoneta, ya que el viaje era largo y teníamos que estar en Tarrasa a las 18:00. La verdad que siempre nos molestamos en cumplir los horarios cuando concierne a más bandas o gente ajena a la banda, que para eso somos mayorcitos (luego entre nosotros nos fumamos un puro, para qué engañarnos). Así que venga, nos despedimos de nuestro vecino loco y su jauría a golpe de “mecagondiosssssssss” rumbo a Cataluña.
La carretera los sábados por la mañana está bastante tranquila. Hablamos del concierto de la noche, la planificación, las gracias no espontáneas que al final nunca se hacen, y el marujeo del metal (todo esto si las flatulencias del personal nos permiten viajar con las ventanillas subidas). Fuimos casi del tirón, ya que íbamos con el depósito lleno, y con el tiempo justo. Una parada técnica para estirar las piernas, empezar los bocatas y llamar a las respectivas. Al final, cumplimos con el horario y llegamos puntuales como un reloj (y bastante rotos), para encontranos con una sala que no aparentaba lo iba a ser.
A nuestra llegada estaba probando Sutagar, debido a que había sufrido un retraso la planificación. Así que mientras nosotros descargábamos todo nuestro equipo, teníamos música de fondo.
La sala está muy bien montada. Con camerinos para las dos bandas con nevera incluida (llena), otro camerino previo a la salida a escena para que la banda se pueda concentrar un tiempo antes, una buena organización, un escenario amplio (en nuestro caso no mucho)… vamos que volveríamos seguro.
Buena sala en Terrassa: camerinos, bebidas... y furcias.
Una vez terminaron de probar empezamos a ver dónde metíamos el equipo, ya que cada banda iba con su backline al completo. Así que pusimos la batería a un lado del escenario, quedando los cuatro en el mismo plano sobre el escenario. Un tanto curioso la verdad.
Los técnicos se esforzaron en dejarnos un sonido dentro con el que estuviésemos cómodos, y en un par de temas ya habíamos probado.
La gente de Sutagar se portó en todo momento con nosotros, echándonos un cable a montar el equipo y todo. Que una banda así sea tan humilde, es para que el resto tome ejemplo.
Al final con las horas que eran y las buenas condiciones de la sala, decidimos descansar allí hasta que empezásemos el concierto.
Ni cena ni ceno (homenaje del día de la madre). Nos quedamos calentando, disfrazándonos y repasando el set. En ese momento me acuerdo de una canción de antaño de Saratoga, cuando caigo en la cuenta que coincide el día del concierto con el derbi entre el Barça y el Espanyol. Vaya suerte la nuestra. Se mascaba la tragedia en la sala antes de salir a escena.
El sentido común por parte de la promotora, y la generosidad de Sutagar, pudimos retrasarlo 20 minutos para que los rezagados del tercer tiempo empezasen a llegar.
Así que con ambiente en la sala, pero con un posible foso creándose, saltamos al escenario a darlo todo.
Nuestro set como banda invitada (queda más elegante que telonero), es corto pero intenso. Siete temas casi en formato Ramones para despertar a la gente, que estaban un poco fríos. Con un pequeño guiño a Sutagar tocando parte del Rotaflexa, cerramos con la versión de Sepultura de Refuse/Resist (que comienza a transformarse en la de marras).
Las sensaciones fueron muy buenas en el escenario en cuanto a la ejecución, pero tal vez nos costó ganarnos la confianza del público.
Ey, estás torcido.
Corriendo, sacamos todo el equipo del escenario para dejarlo libre, y en 10 minutos no quedaba rastro de nuestro paso por la sala. Ahora a disfrutar de la calma. Todo un gustazo poder pedir una pizza y que la entregasen por el backstage a la sala, cenando tranquilamente con Sutagar de fondo. Solo faltaba que nos abanicasen.
A la izquierda de todo Xavi (Su Ta Gar) antes de contarnos una historia muy potita (embriagada y embriagadora) de su niña.
La noche ya fue un poco más larga, pero yo me retiré a tiempo, ya que tenía un buen constipado. Rumbo al hotel, dejé al resto de la G en su hábitat natural con la buena compañía vasca. Yo llegué al hotel, que parecía sacado de la ruta 66. Solo faltaba la máquina de hielo en el pasillo y que las camas vibrasen.
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